Tilín, tilín y nada de paletas


¿Ustedes han oído la frase “Tilín, tilín y nada de paletas”? Por si acaso no están familiarizados con ella, es lo que se dice cuando se promete o se habla mucho de algo pero después en la práctica… nada!
¿Desorden?Se me ocurrió esta frase hace un tiempo cuando le estaba dando todo un sermón a mi hija sobre lo terrible que es que sea tan desordenada.
Ahora, ¿por qué creo yo que me aplica esta frase? Porque les tengo que confesar que entre mis muchos defectos, el desorden es el que más me agobia y me avergüenza.  Mis carteras por lo general son muy lindas por fuera pero por dentro parecen un “Hoyo Negro”: uno nunca sabe qué hay adentro, y lo que haya, hay pocas posibilidades de encontrarlo!
Mi hija, quien parece un “mini-me” en lo físico, también es una versión mini en el “despelote”. Cuando va a sacar una camisa, no sé cómo hace pero revuelca hasta los zapatos. Cuando va a salir por la mañana para el colegio siempre deja algo, cuando regresa del colegio hay que hacer un inventario de todo lo que dejó regado en el bus, en el salón o en “ni idea dónde”.
Cualquier parecido con MI realidad es pura coincidencia!!! Yo salgo muchas veces sin mi celular, he dejado mi bolsa de maquillaje botada en un sinnúmero de sitios, me demoro por lo menos 5 minutos en la puerta de mi casa esculcando el “hoyo negro” hasta encontrar mis llaves… y así.
Sin embargo, aunque aquí públicamente estoy reconociendo mi “problemita”, a mi hija JAMÁS la dejaré ser desordenada, sin por lo menos tratar con todas mis fuerzas de corregirla. Le digo lo terrible que es pasarse mitad de la vida perdiendo y la otra buscando, le recalco la importancia de poner cada cosa en su sitio para poder volver a encontrarla fácilmente, la regaño cada vez que bota un suéter o una chaqueta…
Un buen día, hace poco, estaba en pleno monólogo sobre este preciso tema y mi hija, a quien no le falta una onza de inteligencia, me dijo: “pero si tú eres igual o más desordenada que yo, y a ti no te ha ido mal en la vida”. En ese momento, escuché las campanas que sonaban: “tilín, tilín”….
Claro que puedo exigirle a mi hija que sea mejor que yo, porque ese es uno de mis deberes como mamá, educar y orientar. Sin embargo, muchas veces, como mamás, se nos olvida que la mejor manera de educar NO es dando sermones, ni dando “cantaleta”. La mejor manera de educar es dando un buen ejemplo.
No sirve de nada decirle a nuestros hijos lo importante que es  alimentarse sanamente cuando nuestra merienda preferida es un paquete con una gaseosa, no podemos advertirles de los peligros del cigarrillo mientras fumamos, así sea “socialmente”, no deberíamos recriminarle a nuestros hijos que nos digan mentiras cuando nosotras les decimos: “Contéstale el teléfono a tu tía y dile que no estoy”.
No hay palabras más dicientes, ni lecciones más claras que los actos. Me va a tocar ponerme las pilas y mejorar mi desorden para que la próxima vez que ella me diga algo, yo pueda con mucho orgullo decir… “sí, el desorden era uno de mis defectos, pero ya no lo es!  Si yo a mis 40 años puedo mejorar y corregir, tu a tus 9, también”

Protecciones colectivas

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